El 10 de agosto de 1956 se reunían en Barcelona, bajo la presidencia de Don Raimundo Saporta, los representantes de la mayoría de los equipos catalanes y madrileños para dar forma a la que sería la primera edición de la Liga Nacional de Baloncesto, "Trofeo Jesús Querejeta". La competición se disputaría entre el 31 de marzo y el 5 de mayo del siguiente año, jugándose sabados y domingos en el Palacio Municipal de los Deportes de Barcelona y en el Frontón Fiesta Alegre de Madrid. Los equipos participantes saldrían de los torneos regionales de Catalunya y Madrid (o zona Centro), estando clasificados los dos primeros madrileños y los cuatro primeros catalanes. Se dejaba la posible expansión del torneo a posteriores ediciones, dependiendo de la viabilidad y los resultados económicos de la competición.
El 31 de marzo de 1957 se disputaba la primera jornada entre los equipos del Real Madrid, Estudiantes, F.C. Barcelona, Joventut de Badalona, Orillo Verde de Sabadell y Aismalibar de Montcada. Los dos últimos tuvieron una corta vida en aquel baloncesto de primer nivel. La creciente profesionalización de un baloncesto deliciosamente amateur pudo con la ilusión de aquellos equipos de empresa. Los cuatro restantes continuaron su aventura convirtiendose, cada uno con sus armas, en los principales artífices del crecimiento del baloncesto en España. La rivalidad Barça-Madrid tiraba de nuestro deporte a la par que los dos equipos de cantera.
Llegó la Copa de Europa de clubes, la plata del 73, el Mundial de Calí, la ACB, la plata de Nantes y la de los Angeles. Los equipos "de futbol" a la suya y el Estu y la Penya también: fichajes, cantera, el fichaje de Jiménez, los hermanos Jofresa y Villacampa, Pinone y David Russel, los toreros, Azofra, Herreros, la liga de Petrovic, Norris, Sabonis, la final four de Estambul...
El baloncesto se globaliza, el mundo se hace pequeño, aparecen los jugadores comunitarios A, los B, los cupos, la Euroliga, el desembarco de la NBA. Las perlas de la cantera no hacen las maletas rumbo a Madrid o Barcelona, aparecen nuevos destinos: Vitoria, Sevilla, Valencia, Utah, Oregon, Minnesota, etc. El negocio del baloncesto crece muy por encima de los intereses deportivos, demasiado para los equipos de cantera, con un mercado pequeño y unas posibilidades de crecimiento económico limitadas. Las diferencias entre los equipos compradores y los equipos vendedores se hacen insalvables y estos últimos se desfondan, se endeudan, se empiezan a cuestionar sus políticas deportivas y aparecen las dudas y las suspensiones de pagos.
El pasado domingo el CB Estudiantes certificaba con su derrota su descenso a liga LEB. Desconozco si la gestión de su directiva ha sido o no acertada, si ha habido errores en los planteamientos deportivos y económicos o, si por el contrario, la situación actual se deriva de la creencia de que un equipo "de patio de colegio" puede competir en un la jungla de un profesionalismo salvaje, asimétrico y desigual. Estoy convencido de que si despojásemos al deporte de la canasta de todos los anglicismos (marketing, merchandasing, scouting, sponsors, etc), de los balances económicos, del ganar de cualquier manera o del dos más dos igual a cuatro, entonces nos quedaría la esencia del baloncesto. Nos quedaría el entrenamiento a la salida del trabajo, el tablero de madera, el partidillo del domingo por la mañana, la cerveza posterior, los mapas de la provincia para seguir los partidos de tu hijo (¿te has perdido papi?), el entrenador que trabaja gratis. Nos quedaría la ilusion, el David contra Goliat, nos quedaría el baloncesto como medio y no como fin, el baloncesto "porque sí", nos quedaría Estudiantes.
Dice un amigo bloguero que una de las ventajas de no vivir en Madrid es que se puede ser del Estu y del Madrid a la vez. Sí, soy del Madrid, nadie es perfecto, como dice la Demencia "ir con los que ganan es muy facil". Pero también soy del Estu y, aunque no tengo la camiseta, prometo comprar la de la próxima temporada.